La Mancomunitat Camp de Túria, a través del departamento de Bienestar Social y desde la Unidad de Prevención Comunitaria de Conductas Adictivas (UPCCA), continúa con su campaña de 12 meses, 12 lemas.
Este mes de noviembre, aprovechando la celebración del Día Mundial Sin Alcohol, desde la UPCCA Camp de Túria queremos hacer especial énfasis en las conductas adquiridas y normalizadas desde la infancia con respecto al consumo de alcohol.
Es habitual que se consuma alcohol frente a los menores, en situaciones aparentemente inofensivas. En las fiestas de la localidad, en una comida familiar, en una boda o un bautizo, en las fiestas navideñas, en fin de año, al salir a cenar, viendo un partido de fútbol… Así, poco a poco y de forma progresiva, vamos transmitiendo el valor de que el alcohol es una parte indispensable de cualquier celebración, sinónimo de pasar un buen rato con familia y amigos.
Esta percepción del alcohol a nivel social nos puede llevar a pensar que es una buena forma de desinhibirnos y pasarlo mejor. Sin embargo, el alcohol actúa en nuestro cerebro afectando a nuestra toma de decisiones y autocontrol, favoreciendo la impulsividad. Esa impulsividad puede llevar a asumir conductas de riesgo que no se asumirían estando abstinente.
Pese a ello, muchas veces justificamos la problemática asociada al consumo de alcohol con expresiones como “es que no sabe beber”, como si dependiera de la persona cómo el alcohol afecta a su organismo. Si fuera así, ¿alguien elegiría caerse porque ha perdido el equilibrio? ¿O vomitar, o encontrarse fatal al día siguiente?
Si fuera tan fácil, todos conoceríamos nuestro límite y el alcohol nunca conseguiría desestabilizarnos. Pero no lo es. Los límites no están tan claros como creemos. Los consumidores de alcohol están en riesgo de acabar teniendo problemas derivados del consumo e incluso una adicción.
Sabemos que el hecho de que una sociedad normalice el consumo de alcohol pone en riesgo la salud de la población y, especialmente, la de las personas menores de edad. Sabemos que incluso un consumo ocasional puede convertirse en un consumo problemático. ¿Como sociedad es nuestra función proteger a las personas menores de edad de forma efectiva o seguir apelando al discurso de que el alcohol sólo genera problemas si no se consume con “responsabilidad”? Y si analizamos esas campañas que apelan al consumo “responsable”, ¿definen dónde están los límites? ¿Pueden certificar que una persona que consuma siguiendo esos límites nunca tendrá problemas por consumir?
Tengamos cuidado con lo que asumimos como “normal”. Cuidemos el legado que dejamos a las nuevas generaciones. Promovamos una vida más saludable, donde el modelo de diversión durante el tiempo de ocio no dependa del consumo de sustancias que pueden dañar nuestra salud.
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